Realizar un proyecto de reforma de una vivienda en el edificio Torres Blancas implica dialogar con las ideas originales de su arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, el estado de sus elementos construidos y el valor de la preservación en su narrativa más contemporánea.

La propiedad sobre la que se actúa es el apartamento 1040. Se trata de uno de los 10 dúplex del edificio, la unidad con mayor número de metros cuadrados, aproximadamente 400 distribuidos en dos plantas, concebida en su origen como “chalés en el cielo”.

La propuesta que hemos realizado se aleja de una visión más nostálgica sobre la preservación del estado original construido, pero se arraiga por completo en las ideas embebidas en el proyecto de Oiza, no solo del interior de la vivienda si no del edificio en su conjunto.

Desde referencias sobre los materiales empleados, la morfología de la planta estructural, los colores y la luz filtrada, la gran mayoría de decisiones del proyecto toman como punto de partida el proyecto original, pero siempre partiendo de la idea que querían transmitir, no de la forma en que se realizó.

Era importante que el diseño tuviese una traducción contemporánea de esas ideas, y no embeber en formol los elementos existentes. Para nosotros la mejor forma de preservación es rendir homenaje a esas ideas y no a los elementos con las que se construyeron hace más de 50 años.